El término proviene de la física de los materiales, y es la propiedad de los materiales de retomar la resistencia de un cuerpo a la rotura por golpe. La fragilidad de un cuerpo decrece al aumentar la resiliencia. Es usado en psicología para referirse a la capacidad de recuperación frente a la adversidad.
Es preciso evitar situaciones extremas de estrés en los niños y adolescentes que entorpezcan un desarrollo normal, como por ejemplo:
- Sentimientos de abandono, ante la ausencia de padres o hermanos, y aislamiento debido a la falta de contacto con compañeros escolares.
- La incertidumbre que produce la falta de información.
- Sentimientos negativos: miedos, ansiedad o depresión.
- Inseguridad por la incapacidad de influir sobre los acontecimientos.
La resiliencia se definiría como "la capacidad de un individuo de reaccionar y recuperarse ante las adversidades, lo que implica un conjunto de cualidades que fomentan un proceso de adaptación exitosa y de transformación, a pesar de los riesgos y de la propia adversidad "
Werner (1992), estudió a un grupo de personas desde el nacimiento hasta los 40 años. La investigadora notó que algunos niños que estaban aparentemente condenados a presentar problemas en el futuro— de considerarse todos los factores de riesgo que presentaban— llegaron a ser exitosos en la vida, a constituir familias estables y a contribuir positivamente con la sociedad. Algunos de ellos procedían de los estratos más pobres, de madres solteras adolescentes y de grupos étnicos postergados, además de tener el antecedente de haber sido de bajo peso al nacer. La observación de estos casos condujo a la autora, en una primera etapa, al concepto de "niños invulnerables". Luego se llegó al concepto de niños resilientes.
Se identificaron las características del medio social inmediato y se descubrieron las siguientes:
- Padres competentes
- Relación cálida con al menos un cuidador primario
- Posibilidad de contar en la adultez con apoyo social de cónyuge, familia u otras figuras
- Mejor red informal de apoyo (vínculos)
- Mejor red formal de apoyo a través de una mejor experiencia educacional y de participar en actividades de instituciones religiosas y de fe
Respecto al funcionamiento psicológico que protege a los niños resilientes del estrés, los
autores señalan:
- Mejores estilos de enfrentamiento
- Motivación al logro autogestionada
- Empatía, conocimiento y manejo adecuado de relaciones interpersonales
- Voluntad y capacidad de planificación
- Sentido del humor positivo
- Mayor tendencia al acercamiento
- Mayor autoestima
- Menor tendencia a sentimientos de desesperanza
- Mayor autonomía e independencia.
Ejemplos de conductas que promueven la resiliencia:
Un padre puede aprender a desarrollar estas actitudes en sus hijos y fortalecerlos para el futuro. El padre cambia la manera de proceder si e advierte el peligro de no fomentar la resiliencia.
1. El pequeño hijo está en su cuna, llorando. El padre no sabe lo que le pasa.
Se fomenta la resiliencia si:
- lo levanta en brazos y comienza a calmarlo mientras trata de determinar si está mojado, si tiene frío o calor, si necesita una palmaditas en la espalda para eructar o si simplemente necesita que lo tranquilicen .
- Si le hacen sentir que lo quieren y lo cuidan , ayudarán a que se calme.
- el adulto lo mira, cambia los pañales y después lo deja llorar. Si no deja de llorar, se va y deja que llore hasta que se canse. Evidentemente esta actitud no fomenta la resiliencia, porque el bebé necesita algo más que pañales limpios. Necesita que lo levanten en brazos y que lo tranquilicen para saber que lo quieren y lo cuidan.
2. La nena de dos años está con su mamá en un mercado. Ve una golosina, la toma y comienza a desenvolverla. Cuando la mamá trata de quitársela empieza a gritar "No, mía, mía!"
Se fomenta la resiliencia si:
- se la lleva aparte para que no moleste a los demás y se le explica calmadamente que no puede tomar nada sin su permiso, y le da o le muestra otra cosa para distraerla. Le ayuda a comprender los límites de la conducta y se comunica con ella mientras ella la escucha.
No se fomenta la resiliencia si:
- se la deja que se coma la golosina, o si le pega y la regaña o si le abre la mano por la fuerza y le quita la golosina. Estas actitudes lograrán que la niña tema al adulto y que adopte una conducta rígida sintiendo que no la quieren ni la comprenden.
3. El niño está gateando en el suelo. Encuentra un trapo sucio y comienza a morderlo y a chuparlo. La persona que la cuida la ve y sabe que el trapo está muy sucio y puede causarle una infección.
Se fomenta la resiliencia si
- la madre reemplaza el trapo sucio con uno limpio y le explica que el otro trapo estaba sucio. Con su respuesta la madre no irrita al bebé: cambia el trapo sucio por uno limpio y le habla calmadamente para que confíe en su madre y se calme. También se fomenta la resiliencia si la persona que cuida al niño le quita el trapo y se enoja. El niño llora entristecido porque quería el trapo. La persona mayor le da un trapo limpio y la abraza. De esta forma la criatura se calma , siente que la quieren y continúa jugando.
El secreto de esta mirada sobre el mismo acto educativo es la famosa frase de San Agustín: suaviter in modo, fortiter in re : Suave en la forma, firme en el propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario