lunes, 5 de marzo de 2007

Modelando cerebros, esculpiendo voluntades

Las actuales investigaciones suponen que cuando cada aspecto del cerebro haya sido localizado, cuando haya sido identificada su función y aclarada su interacción con cada grupo neuronal, se habrá logrado aprender cuanto necesitamos saber sobre la naturaleza humana.
Sin embargo, no está claro suponer que este método reduccionista explicará del todo por qué sentimos y nos comportamos como lo hacemos, ni esclarecerá el secreto del producto más extraordinario del cerebro: la conciencia. Muchos autores afirman que un mapa del cerebro no nos puede explicar más sobre la mente que lo que nos explica un globo terráqueo sobre el cielo y el infierno.
Cuando este mapa cerebral esté completo será posible moldear el comportamiento de las personas, no sólo previniendo conductas antisociales, sino reconduciendo su energía hacia actitudes positivas.
Las implicaciones personales, sociales y políticas de todo esto son asombrosas, y uno de los planteos éticos más serios a los que ha de enfrentarse el hombre.
La Pedagogía, que es ciencia y es arte, no puede estar ausente de este panorama científico, y su misión será la de humanizar el contenido de estos descubrimientos que determinarán los rumbos de la humanidad.

Algunas nociones:
Nuestro cerebro se constituye en distintas zonas con funciones específicas: unas transforman sonidos en habla, otras procesan los colores, otras perciben el miedo, o distinguen un sapo de una flor.
La actividad biológica del cerebro está determinada por fenómenos eléctricos, por agentes químicos, se inserta en las dimensiones del espacio y el tiempo, es constantemente cambiante y exquisitamente sensible a su entorno.De tal forma que cada uno es especial y distinto de cualquier otro.
Nuestro cerebro está constituido por células especializadas llamadas neuronas, capaces de transmitir una señal eléctrica de una celula a otra. Tienen forma estrellada, con ramas como árboles de la vida, que brotan de su cuerpo en dos categorías: las dendritas y el axón. Cada neurona puede interconectar sus ramas con otras 10.000 neuronas, tejiendo así nuestra conciencia.
El enlace entre las distintas ramificaciones se denomina sinapsis, y es el salto bioeléctrico que permite su comunicación, permitido por la existencia de neurotrasmisores que son liberados al espacio intersináptico cuando se “dispara” una célula. Estos agentes químicos hacen que la célula vecina tambiénm se dispare y la reacción en cadena resultante produce una actividad asociada en millones de células conectadas.
La masa cerebral tiene la forma de una nuez, arrugado formando pliegues y surcos escindido en dos hemisferios, cada uno de los cuales se divide a su vez en cuatro lóbulos que procesan su propia gama de actividades : el lóbulo occipital está compuesto de zonas de procesamiento visual, el lóbulo parietal se ocupa de funciones relacionadas con el movimiento, la orientación el cálculo y ciertos tipos de reconocimiento , los lóbulos temporales tienen que ver con el sonido la comprensión del habla y con aspectos de la memoria, el lóbulo frontal se ocupa de las funciones cerebrales más integradas: pensar, conceptuar y planificar, también cumple una función importante en la apreciación consciente de las emociones.
El cuerpo calloso es un haz de tejido blanco que une los dos hemisferios y hace de puente entre ellos. Los módulos que quedan por debajo del cuerpo calloso constituyen el sistema límbico, cerebro del mamífero, parte del cerebro inconsciente, que tiene un efecto profundo sobre nuestra experiencia ya que está íntimamente conectada con la corteza consciente.
Las emociones se generan en el sistema límbico, pero sus módulos tienen muchas otras funciones: el tálamo es el retrasmisor que dirige la información que le llega hacia partes del cerebro correspondientes, para ser procesadas allí. Por debajo, el hipotálamo, junto con la hipófisis, ajusta las condiciones físicas del cuerpo para que pueda mantenerse en constante adaptación al entorno. El hipocampo cumple una función esencial en la memoria a largo plazo. La amígdala situada frente al hipocampo, es el lugar donde se percibe y genera el miedo.
Más abajo se llega al tronco cerebral, la parte más antigua del cerebro, que se desarrolló hace más de 500 millones de años y que cumple las mismas funciones que el cerebro de los reptiles de hoy, de allí su nombre de complejo R o reptiliano, y regula los procesos vegetativos del cuerpo tales como: la respiración, los latidos del corazón y la presión sanguínea.
Este modelo de tres capas funcionales interconectadas es lo que Paul Mc Lean describió como cerebro Triúnico, y permite diferenciar las conductas humanas según el nivel cerebral del que provengan: instintiva, emocional o racional.
Esta teoría triárquica nos permite comprender que la complejidad de las decisiones humanas tiene como referente biológico una intrincada urdimbre de nódulos cerebrales interconectados y organizados maravillosamente, y que, sin embargo, no alcanzan a agotar su explicación.

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