jueves, 15 de noviembre de 2012

Respuesta


Como me habéis escrito con dudas sobre el cuento de la disyuntiva de Gawain, amigo del rey Arturo, les cuento la respuesta y algunas reflexiones. El noble Gawain replicó que la dejaría elegir por sí misma, que él respetaba su decisión. Al oír esto, ella le anunció que sería una hermosa dama de día y de noche, porque él la había respetado y le había permitido ser dueña de su vida.
Moraleja:Debemos respetar siempre el espacio individual de cada persona. Sólo somos dueños de nuestra propia existencia."Dios le concede pies a cada ave, pero no se mete en el nido."





La buena toma de decisiones permite vivir mejor. Nos otorga algo de control sobre nuestras vidas. De hecho, muchas de las frustraciones que sufrimos se deben a no saber usar la propia inteligencia para entender el problema que requiere una decisión, y el coraje para actuar en consecuencia.


Nuestra inteligencia busca la verdad, nuestra voluntad busca el bien. Cuando nuestra inteligencia no está suficientemente educada, no es capaz de juzgar con claridad cuál es la verdad, así muchas veces elegimos la opción incorrecta porque nos basamos en un juicio erróneo. La falta de información es la base de muchos de nuestros juicios erróneos.
A su vez, cuando nuestra voluntad no está educada, no tenemos la motivación suficiente para actuar conforme los juicios de nuestra inteligencia, por ejemplo: nuestra inteligencia nos dicta que es preferible para nuestra salud comer una fruta y no un huevo frito con bacon. Si actuamos según este sano juicio de nuestra inteligencia, tomamos la manzana, pero si no tenemos suficiente fuerza de voluntad aumentamos nuestro colesterol con el rebosante frito. En el primer caso, nuestra conciencia se queda en paz, en el segundo el remordimiento de conciencia nos lleva a prometernos empezar la dieta el lunes sin falta.
Este es un ejemplo sencillo de cómo está en nuestra elección la base de nuestra felicidad o de nuestra desdicha: en todas las esferas de nuestra vida elegimos mal o porque nuestra inteligencia no está suficientemente iluminada, o nuestra voluntad está debilitada por la falta de hábitos perfectivos.
La felicidad no es el simple arte que proclaman muchos libros de autoayuda, creer en uno mismo y potenciar el poder de la propia mente, sin más. Cultivar la alegría es una obra interior. El hombre nace con vocación de felicidad, aunque a veces se empeñe en tirar por el camino contrario. La dicha no se encuentra como una moneda por la calle, es algo que se contruye ladrillo a ladrillo, educando la inteligencia y fortaleciendo la voluntad, forjando hábitos intelectuales y volitivos que nos lleven a un estado de plenitud humana.

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